A
veces vuelvo la vista al cielo y me pierdo en los luceros de la noche
intentando unir los puntos para formar una sonrisa e imaginar que es
la tuya, orgullosa de lo que nos hemos convertido.
Quizás
si, quizás no.
Recuerdo
mi niñez y como me gustaba soñarte, creer que al despertar estarías
a mi lado contándome un cuento. Aprendí a vivir con tu recuerdo, no
lo entendía, te marchaste un buen día sin decir adiós, sin darme
la oportunidad de ser mejor persona y mostrártelo.
Dolió
¿sabes? Pero ese dolor se fue transformando hasta componer buenos
recuerdos, sería pequeña pero...siguen en mi mente al igual que tú.
Sigo
llorando por la noche fantaseando, y siempre me hago la misma
pregunta...¿qué hubiera pasado si siguieras aquí todavía?
Ahora
lo entiendo, nacemos con un cometido o eso dicen, supongo que el tuyo
siempre fue el de hacer feliz a la gente.
Ahora
lo entiendo, no lloramos por el difunto, lloramos porque desaparece
de nuestras vidas para siempre, porque nos quedamos solos y
desamparados con respecto a su amor...se crea un vacío que solo esa
persona puede volver a llenar. Lloramos porque nos gustaría volver a
oír tu voz...
Y
es que a veces la pena es mayor que cualquier otro sentimiento, me
encomendé a ti tantos crepúsculos, con propósitos a veces
tan...estúpidos - las personas no vuelven a la vida por mucho que
las añoremos y roguemos. -.
Pero,
estés donde estés, ten por seguro que todos nosotros continuamos
viendo tu sombra en la lejanía, sintiéndonos afortunados de haberte
conocido, sabiendo que tus brazos siempre estarán envueltos a
nuestro alrededor dándonos el calor que tanto necesitamos en los
días fríos.
Te
quiere, A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario