¿Sabes? En mi antigua habitación, en ese armario viejo lleno de motas de polvo guardo tu recuerdo.
Una pequeña caja con tu nombre escrito en la parte superior.
La escondí entre los pantalones que nunca usé y esa blusa amarilla que tanto odiábamos mi madre y yo, la coloqué en el lugar equivocado, tan cerca y tan olvidado.
Después de años de corrosión y desintoxicación del corazón, me armé de valor para desempolvar, de nuevo, un libro donde tú y yo fuimos los protagonistas...las últimas páginas al fondo, bañadas y arrugadas por las lágrimas de una joven yo y una idiota mucho mayor con el mismo amor...
Si apartas las fotografías de nuestras sonrisas y tus ojos claros, si las apartas con sumo cuidado evitando que se descompongan en los miles de pedazos que un día formé, encontrarás unos discos que alguna vez grabé donde me repetía que el amor no dura una eternidad...solo suspiros, en esos discos te odiaba por amarte, por tú falta de tacto al decirme esas palabras: "Se terminó, lo siento."
Siempre me pregunté porqué lo sentistes si tú acabaste con ello...es sumamente irónico que pronunciaras esas palabras; Bajo los discos el llavero de la que fue nuestra casa. Fachada blanca con un jardín lleno de rosas -ahora marchitas-.
Me quedé encerrada en las flores rojas de ese locus amoenus, en su tallo cargado de espinas. Tan bella y dañina...como nuestro amor. ¿Qué hago? ¿Lloro, río? ¿Te sonrió o aparto la mirada?
¿Qué hago, con tu indiferencia que arranca brutalmente los pétalos de mi rosa?
¿Qué hago después de tantos siglos camufados en años?
¿Qué...?
Al otro lado del llavero un par de púas de guitarra, azul y azul.
Mar y lluvia.
Una de ellas está desgastada por la punta, la tuya. La otra sigue nueva, nunca la necesitamos, la mía.
Tocamos, por horas, tocamos, por días, tocabas, entre discusiones, tocaba, entre lágrimas.
Te gustaba acercarme a tu cuerpo y tomar la guitarra, y mientras tu rascabas las cuerdas, yo colocaba los acordes. Do, re, mi. Mi, do, re. Una y otra vez.
En cambio a mi, me gustaba alejar la guitarra y abrazar tu calidez, disfrutando del momento. Nuestros momentos...¿dónde fueron?
Rebuscando un poco más, algunos sobres de por medio con cartas leídas dentro, puedes apreciar un paquete de cigarrillos entero salvo por la falta de uno.
Nuestro primer cigarrillo juntos. Por pena o quizás por lo que representaba esa arma blanca, en su lugar coloqué una margarita. Sólo es una metáfora, entre asesinos un alma inocente. Vida. En ambos casos.
El retal de la falda con la que te conocí, tu aroma en un pequeño frasco verde, la caja de cerillas que utilizamos para encender la chimenea tantas noches frías...todo perfectamente colocado como mis recuerdos, tan claros.
Por último te pido algo.
Vacía la caja, y llévate el dolor de mis recuerdos...
Una pequeña caja con tu nombre escrito en la parte superior.
La escondí entre los pantalones que nunca usé y esa blusa amarilla que tanto odiábamos mi madre y yo, la coloqué en el lugar equivocado, tan cerca y tan olvidado.
Después de años de corrosión y desintoxicación del corazón, me armé de valor para desempolvar, de nuevo, un libro donde tú y yo fuimos los protagonistas...las últimas páginas al fondo, bañadas y arrugadas por las lágrimas de una joven yo y una idiota mucho mayor con el mismo amor...
Si apartas las fotografías de nuestras sonrisas y tus ojos claros, si las apartas con sumo cuidado evitando que se descompongan en los miles de pedazos que un día formé, encontrarás unos discos que alguna vez grabé donde me repetía que el amor no dura una eternidad...solo suspiros, en esos discos te odiaba por amarte, por tú falta de tacto al decirme esas palabras: "Se terminó, lo siento."
Siempre me pregunté porqué lo sentistes si tú acabaste con ello...es sumamente irónico que pronunciaras esas palabras; Bajo los discos el llavero de la que fue nuestra casa. Fachada blanca con un jardín lleno de rosas -ahora marchitas-.
Me quedé encerrada en las flores rojas de ese locus amoenus, en su tallo cargado de espinas. Tan bella y dañina...como nuestro amor. ¿Qué hago? ¿Lloro, río? ¿Te sonrió o aparto la mirada?
¿Qué hago, con tu indiferencia que arranca brutalmente los pétalos de mi rosa?
¿Qué hago después de tantos siglos camufados en años?
¿Qué...?
Al otro lado del llavero un par de púas de guitarra, azul y azul.
Mar y lluvia.
Una de ellas está desgastada por la punta, la tuya. La otra sigue nueva, nunca la necesitamos, la mía.
Tocamos, por horas, tocamos, por días, tocabas, entre discusiones, tocaba, entre lágrimas.
Te gustaba acercarme a tu cuerpo y tomar la guitarra, y mientras tu rascabas las cuerdas, yo colocaba los acordes. Do, re, mi. Mi, do, re. Una y otra vez.
En cambio a mi, me gustaba alejar la guitarra y abrazar tu calidez, disfrutando del momento. Nuestros momentos...¿dónde fueron?
Rebuscando un poco más, algunos sobres de por medio con cartas leídas dentro, puedes apreciar un paquete de cigarrillos entero salvo por la falta de uno.
Nuestro primer cigarrillo juntos. Por pena o quizás por lo que representaba esa arma blanca, en su lugar coloqué una margarita. Sólo es una metáfora, entre asesinos un alma inocente. Vida. En ambos casos.
El retal de la falda con la que te conocí, tu aroma en un pequeño frasco verde, la caja de cerillas que utilizamos para encender la chimenea tantas noches frías...todo perfectamente colocado como mis recuerdos, tan claros.
Por último te pido algo.
Vacía la caja, y llévate el dolor de mis recuerdos...
Blue. @ElDiarioDeBlue
No hay comentarios:
Publicar un comentario