sábado, 25 de octubre de 2014

Trapecista de un circo

El circo vino a mi casa, sin entrar por la puerta, sin llamar. Estaba dentro, se creo allí. En el mismo salón donde yo, descuidada, alce las mangas de mi abrigado jersey. Justo en el instante, en el segundo, que mi madre miraba hacia mí. 
Frente a ella, sin necesidad de contemplar más lejos que al frente, las vio. Carmesíes, brillantes, finas y profundas. 
Blanca como la nieve, destrozada...esa era mi madre. 
¿Cómo explicar algo así? ¿Cómo querer que te comprendan, si a veces ni tú misma lo haces? ¿Cómo? 
Voces, gritos, llantos y lágrimas por la sangre antes derramada. 
Trataba de aclarar algo en otro idioma, una lengua llamada dolor propio. 
A ella le dio igual, histérica que estaba y yo como hija que era suya, sabía que nadie podría calmarla salvo el tiempo. 
¿Para que hablar si todo esta dicho? 
Desde ese día, los ojos van más allá de la ropa, las vedas están contadas, las lenguas calladas, las voces rotas y lo que más duele...la mirada de desconfianza siempre detrás de mí, observando cada uno de mis movimientos. 
Circo andante, circo presuroso, circo de adultos donde los niños entiende mejor la trama, circo de mi vida. Soy la trapecista que cayó al vacío por no mirar donde se encontraba.

Blue. @ElDiarioDeBlue





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